El atrio de la estación de tren de Amberes. Foto: Mika Baumeister/Unsplash

Qué hacer en Amberes, la ciudad que mejor huele de toda Europa

Amberes es el nexo entre los Países Bajos y Bélgica, una unión de culturas única donde el arte, la arquitectura, los bares y la gastronomía se unen en perfecta armonía.

Álvaro Hermida | 6 Abr 2024

A tan solo 15 kilómetros de la frontera con los Países Bajos, una ciudad de Flandes, en Bélgica, se ha convertido en un reclamo turístico más que llamativo, con el arte y el ambiente como máximas atracciones. Se trata de Amberes, una ciudad de poco más de medio millón de habitantes (aproximadamente del tamaño de Málaga). 

Se encuentra a orillas del río Escalda, que desemboca en el mar del Norte. Esta es una de las razones por las que, a lo largo de los siglos, Amberes se ha convertido en el segundo puerto más grande de Europa, solo por detrás del de Rotterdam. 

Los orígenes de Amberes se remontan a los romanos, dado que se cree que era un antiguo vicus. Su nombre proviene de la leyenda de Antigoon, un gigante que habitaba en las orillas del río Escalda y que pedía un peaje a los barqueros que lo atravesaban. Si estos se negaban, les cortaba una mano y la arrojaba al río. Cuenta la leyenda que el héroe romano Silvius Bravo se enfrentó al gigante y, tras derrotarlo, le cortó una mano y la tiró al río. De ahí proviene la palabra Antwerpen (Amberes en flamenco), que proviene de hand werpen, que significa arrojar la mano

Qué ver en Amberes

Su catedral gótica marca el centro de la ciudad. Es de donde todas sus calles nacen. Este templo es digno de visita. Por una parte está su arquitectura, con un enorme campanario. Se comenzó a construir en 1352 y es más alta que ancha o larga. Su torre, con un dorado reloj incorporado, es visible desde todos las calles de la ciudad, dados sus 123 metros de altura.  Por fuera, de hecho, es lo opuesto de la catedral de Nápoles, la ciudad más auténtica de Italia

Su mayor atractivo, en cambio, poco tiene que ver con la arquitectura, a pesar de que esta sea espectacular. Esto se debe a que en su interior podrás encontrar una gran cantidad de Rubens, de entre los que destaca el Descendimiento de la Cruz, que es considerado por muchos expertos como la obra maestra del pintor que hizo de Amberes su residencia hasta su muerte (y cuya casa se puede y debe visitar) y que es considerada una de las mejores obras de la pintura flamenca. 

Otros de sus atractivos (como si el mejor Rubens de todos los tiempos no fuera suficiente), son sus vidrieras originales, que datan de 1537

Tras salir de la catedral, el Grote Markt, la plaza mayor de la ciudad (y donde se encuentra el Ayuntamiento), es una maravilla por sí misma. Los edificios (en realidad las fachadas, pues su interior ha sido reconstruido) son las originales que datan del siglo XVI, con un estilo arquitectónico hanseático. En determinadas épocas del año, como en Navidad o finales de primavera, se montan pequeños mercados en la plaza, donde el vino tinto caliente y las freidurías (aunque ya trataremos eso más tarde) se llenan de extranjeros y locales que buscan sumergirse en la cultura local. 

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El atrio de la estación de tren de Amberes. Foto: Mika Baumeister/Unsplash

Otra de las razones por las que Amberes es extraordinariamente famosa en el mundo entero es porque desde 1447 es considerada la capital mundial del diamante. En esta ciudad hay más joyerías que cualquier otro tipo de comercio. Tanto es así que el Distrito del Diamante de Amberes merece la pena. Es el lugar del mundo donde, cada día, se tallan, pulen y venden más diamantes. Aquí debes tener en cuenta una cosa: en Bélgica no se regatea… menos con los diamantes. Si quieres uno, no aceptes el precio que te den.

Si te encuentras por esta zona, aprovecha para dirigirte a la estación de tren, Antwerpen Centraal. Se trata de una de las estaciones de tren más bonitas del mundo. En su atrio central está presidido por una enorme cristalera coronada por un reloj que marca los ritmos de los (extraordinariamente puntuales) trenes belgas. De hecho, es más que recomendable llegar en tren a la ciudad, para que sea este lugar lo primero que vean tus ojos.

Las atracciones de la ciudad no son escasas. El Graanmarkt, donde se encuentran las tiendas boutique más lujosas de la ciudad supone horas de entretenimiento y la Iglesia de San Carlos Borromeo, que fue originalmente dedicada a San Ignacio de Loyola, hasta la prohibición de la Compañía de Jesús en Bélgica en 1773, es una joya arquitectónica barroca. A pesar de todos esos reclamos, hay dos lugares que requieren una visita, sí o sí. Uno es el museo Plantin-Moretus. Se trata del único museo-imprenta renacentista y barroco que queda en pie en el mundo. Se trata de una de las imprentas más antiguas de Europa y en ella, además de familiarizarte con este arte, podrás disfrutar de los dibujos y bocetos de muchos de los principales pintores flamencos. Por si eso fuera poco, podrás ver una de las biblias originales de Gutenberg, uno de los documentos históricos más importantes del mundo.

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Campanario de la Catedral de Amberes. Foto: PickPik

El segundo museo que merece la pena es el Koninklijk Museum voor Schone Kunsten Antwerpen (Museo Real de Bellas Artes de Amberes). Este sí es más tradicional, pero el acceso que existe en esta parte del mundo a los pintores flamencos solo es igualado por el del Triángulo del Arte de Madrid: van Dyck, Rubens, Jordaens, Brueghel… Además, son habituales las exposiciones temporales centradas en estos autores. La colección comprende obras importantes de autores belgas desde el siglo XIV al XX. Merece una visita. 

Dónde y qué comer (y beber) en Amberes

La gastronomía belga no suele estar presente en ninguna lista de “las 5 mejores cocinas nacionales del mundo”. Eso, en cambio, no significa que no podamos disfrutar como niños de su cocina típica. Amberes se caracteriza por 3 cosas: los mejillones, los gofres y los fritur.

Los moluscos típicos de Bélgica se cocinan, de forma tradicional, en su versión llamada Moules-Frites, cuya traducción no es más que “mejillones con patatas fritas”. Para empezar, los moluscos se hierven en una salsa hecha con vino blanco, cebolla, perejil y otras especias y, al final, se les añade mantequilla y nata, lo que espesa la salsa y le da mucho cuerpo. Las patatas son, en gran medida, como las de aquí, fritas en aceite de girasol y aderezadas con sal. Su función principal es rebañar la salsa que queda cuando los mejillones se han agotado.

El segundo plato estrella son los gofres, originarios de Flandes. Estos son los responsables, sobre todo por el centro, de que Amberes sea la ciudad que mejor huele de todo Europa. Sí, una panadería en el París de los parisinos desprende un olor a cruasán maravilloso, pero lo de los gofres parece de otro planeta. En múltiples puntos del centro encontrarás diminutos puestos en los que te lo cocinarán delante de ti. No puedes irte de Amberes sin haberte comido un gofre. Eso debería ser ilegal.

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Edificios del centro de Amberes. Foto: Creativecommons

Por último, en Amberes, lo que más encontrarás son fritur. Se trata de freidurías, una de las bases gastronómicas del país. Son su equivalente al restaurante de menú del día de 9 euros para los españoles. Patatas (claro), san jacobos, salchichas, pinchos morunos… sumergidos en aceite hirviendo. A quién no le va a gustar algo así, aunque jamás se lleve una estrella Michelin. Son comidas para trabajadores, extraordinariamente baratas y ricas, que después de un día de patear la ciudad, no vienen nada mal. La más famosa, y a la que te recomendamos ir, es Fritur nº1, en pleno centro. Se trata de la más antigua de Amberes y también la más bonita.

Tras comer, lo lógico, si estás en el país de la cerveza, es encontrar una buena. Para ello te ofrecemos dos opciones. La primera es Het Elfde Gebod (que se traduce como “El Undécimo Mandamiento”) Se trata de una cervecería situada al otro lado de la calle de la catedral, casi siempre a la sombra de la misma. En ella encontrarás muchos tipos de café y cerveza (incluida De Koninck, la autóctona de Amberes). Pero eso da igual, porque no es en lo que pensarás. En realidad, no dejarás de mirar las paredes, techos, mesas, barra… porque todos los espacios del local están llenos de figuras de todos los tamaños de santos, ángeles, cristos… todas y cada una de las superficies. Eso sí, se llena con extraordinaria rapidez, así que intenta ser rápido para llegar de los primeros.

Otro maravilloso local, muy pequeño, es Het Souke, situada a 4 minutos al sur de la Catedral. Tan solo encontrarás 4 mesas en un entorno muy acogedor y a su dueña, la única empleada del local, que te ofrecerá su carta de más de 50 cervezas belgas. Que los amantes de esta bebida se preparen para una experiencia sin igual.

¿Cuánto tiempo necesitas para visitar Amberes?

A pesar de ser una ciudad pequeña, en la que la mayor parte de sus atracciones se encuentran cerca las unas de las otras, necesitarás más tiempo del que puede parecer para visitarla. Esto se debe a varios factores.

El primero de ellos es que tiene el encanto de una ciudad histórica europea. Te pierdes en sus calles, callejuelas y rincones. Todas las tiendas son bonitas y cada metro y medio hay una nueva. Además, está llena de pastelerías (dado que el chocolate es el producto estrella de Amberes), cuyos escaparates tienen un enorme imán que te dejan pegado al cristal, con la boca hecha agua.

Por otro lado, los museos y catedrales de Amberes tienen tantísimo arte y de tal importancia, que te pasarás horas y horas dentro. Estas cosas sumadas hacen que, si vuelas un viernes y regresas un domingo, no veas la ciudad. Que te queden millones de cosas por hacer.

Es posible aprovechar un fin de semana muy largo, (volar un jueves por la mañana y volver un domingo por la tarde), pero el plan deberá limitarse a Amberes. Debes tener en cuenta que a algo más de media hora en tren está Brujas, que es considerada una de las ciudades más bonitas del mundo y visitarla es más que tentador. Si lo haces, el mínimo de tiempo se ampliaría hasta los 5 días.

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Vista aérea de las calles de Amberes. Foto: Thomas Konings

TURIUM TIPS

No vueles directamente a Amberes, aunque sea una opción. Como todos los aeropuertos, se encuentra en las afueras de la ciudad y no tardarás en llegar al centro menos de 50 minutos. Además, dado que muy pocas aerolíneas cubren esta ruta, el precio de los billetes desde España es muy elevado. En cambio, aprovecha la cercanía de Bruselas, cuyo aeropuerto se encuentra a 40 minutos de Amberes y los vuelos son mucho más frecuentes y baratos. Los trenes, además, son puntuales a más no poder (aunque no tanto ni tan rápidos como el tren bala japonés), con lo que no tendrás ningún tipo de problema.

Ten en cuenta el clima. De media, en Amberes llueve 132 días al año (por poner este dato en contexto, la media de Madrid se sitúa en los 59 días). Esto, sumado al clima más frío y al viento típico de esta ciudad flamenca hace que en realidad el frío sea más intenso de lo que puede parecer antes de volar. Lleva un par de prendas que puedan hacerle frente.

Si buscas un alojamiento, el que se merece una visita es el Botanic Sanctuary Antwerp. Se trata de un cinco estrellas en el centro de la ciudad. Se trata de un hotel en un edificio histórico con todas las comodidades modernas que puedas desear. Además, dos de sus atractivos son la Granada Gallery by Jochen Leen, perteneciente al hotel, y The Unprecedented, su bar que actúa como un “santuario del whisky”, donde podrás encontrar las botellas más deseadas de todo el mundo.