NO TE PIERDAS Este pueblo del Valle de Arán es el más alto de la zona y está cubierto de flores todo el año
24 horas en Nápoles, la ciudad más auténtica de Italia: calles estrechas, plazas monumentales y vitalidad contagiosa
En la falda del Vesubio se encuentra un sitio que vive por sus propias reglas, donde la cultura local, basada en la familia, capaz de transportarte a tiempos pasados donde los pequeños placeres significaban algo de verdad. Así se visita Nápoles.
Hierro y mármol, esa es la dualidad de Nápoles. Se podría argumentar que esta ciudad, a orillas del mar Tirreno, es el último reducto de la cultura pura italiana. El lugar donde la historia, la industria, el lujo y el caos se dan la mano y llegan a un perfecto equilibrio.
Mientras que una de las imágenes más identificativas de Italia es Audrey Hepburn y Gregory Peck en una Vespa, delante del Coliseo en Vacaciones en Roma, la de Nápoles es un vespino del año de la Tana, por las calles de Santa Lucia, uno de los barrios más lujosos de la ciudad, donde se encuentra el Castel dell’Ovo y el puerto deportivo.
Mientras que el resto de grandes ciudades de Europa, se caracteriza por las transiciones suaves entre sus barrios, como ocurre en tus primeras 24 horas en París, Nápoles es diferente: 3 pasos y pasarás de Chiaia, la zona más lujosa, a los Quartieri Spagnoli, la más popular (y underground). Esto le permite a la ciudad tener una personalidad única y auténtica. Sus partes forman un todo inseparable.
¿Qué hacer en Nápoles?
No hay grandes campañas de marketing que promocionen en televisión Nápoles como destino, no le hace falta. La ciudad te da la bienvenida (la hospitalidad de los napolitanos es enorme), pero no está dispuesta a cambiar para ti. La gente, en todos y cada uno de los barrios, trabaja, va a sitios, hace cosas. Recorrerás las diminutas calles con escaleras (aunque plagadas de motos) y las puertas de las casas estarán abiertas. Será inevitable ver a señoras inmersas en su telenovela, como en muchos pueblos de España. En esta ocasión, esas viviendas se denominan bassi, características por sus salidas directas a la calle, sobre todo en pequeños callejones.
La gran diferencia es que, de repente, llegarás a lugares como la Piazza del Plebiscito y su Basílica de San Francesco da Paola. Mientras que en otras ciudades italianas su equivalente estará impoluto, aquí habrá un trabajador del ayuntamiento en pleno combate contra una pintada que un niñato ha hecho. Nápoles es como es y no va a cambiar.
A menos de un minuto en dirección norte desde la plaza llegarás a la Galleria Umberto I, un precioso centro comercial con una inmensa bóveda de cristal. Al salir, en dirección norte, callejeando por las calles del Centro Storico, se encuentra la Iglesia del Gesù Nuovo, que se comenzó a edificar en las épocas finales del Renacimiento Italiano. Se caracteriza por la escasa altura de su fachada principal y el almohadillado de la misma, que hace honor a los maestros canteros y escultores de Nápoles.
Esa particular y modesta fachada deja lugar en su interior a una auténtica catedral, plagada de frescos y altorrelieves maestros italianos como Giovanni Lafranco, Francesco Solimena o Massimo Stanzione. Al igual que ocurre en multitud de iglesias italianas (no solo en Nápoles) la gran cantidad de arte producido durante el Renacimiento y el Barroco implica que sus espacios religiosos están rebosantes de joyas históricas.
Dónde comer y tomar algo en Nápoles
Tras salir, la mejor decisión que puedes tomar, sobre todo si se acerca la hora del aperitivo, es encaminarte hacia la derecha (hacia el oeste). Tras unos pocos minutos de paseo te encontrarás en los Quartieri Spagnoli, la zona más auténtica del popular barrio de Montecalvario. Su nombre, como es sencillo deducir, proviene de su función de guarnición de las tropas españolas emplazadas en la ciudad italiana durante el siglo XVI cuya función era prevenir y aplacar una revolución.
En la actualidad es una zona plagada de bares, tiendas de artesanía, pequeños comercios y restaurantes. El olor a gasolina mal quemada, originado por los vespinos hechos polvo, impregna el aire. Es auténtico.
Allí es prioritario ir a dos establecimientos muy populares, pero que tienen el alma de la ciudad en su ADN. El primero es Cammarota Spritz, un diminuto bar en el que su especialidad (como su nombre y decoración bien dan a entender) es el Apperol Spritz, la bebida típica de Nápoles. Se encuentra en el número 38 de la Vico Lungo Teatro Nuovo, una calle pseudopeatonal (las motos y los coches pueden pasar por las terrazas, al menos según la ley de la calle) donde, en las noches del fin de semana, se monta una terraza improvisada. Si encuentras sitio, experimentarás el Nápoles más puro.
El segundo lugar a visitar es la Pizzeria Pavia. Si te diriges hacia el norte desde el barrio de Santa Lucía, y tomas la vía Pallonetto Santa Lucia, verás al fondo un fuego, como si de un faro se tratara. Según te acerques, un olor a masa recién cocida, a prosciutto y a queso fundido impregnará el ambiente. Al llegar al final de la calle, un tradicional (con todas las letras) horno de pizza napolitana te dará la bienvenida a este pequeño local. Sus pequeñas pizzas son capaces de justificar la totalidad del viaje, sobre todo si están acompañadas de una Peroni.
Para la cena, en cambio, la mejor apuesta es dirigirse al puerto, de donde salen los grandes cruceros de las navieras asentadas en Nápoles. Frente a él se encuentra el Hotel Romeo y su restaurante Il Comandante, con una estrella Michelin. ¿Su punto fuerte? El dominio de los productos del mar, que son los protagonistas de la mayor parte de sus platos. Dispone de tres menús, pero es más que recomendable el Origini, con su pasta con salsa de calamar. Algo único.
¿Cuántos días son necesarios para visitar Nápoles?
Al ser una ciudad grande en el que el máximo reclamo es caminar un sumergirse en su día a día, el mínimo será 4 para disfrutarla como es debido. El problema en cuanto al tiempo no es la ciudad en sí, sino las cosas que se encuentran en las proximidades.
Lo lógico, después de haber llegado, es ir a visitar una de las mayores joyas arqueológicas de la humanidad: la ciudad de Pompeya. Esta se encuentra a una hora en tren al este de la ciudad (justo al otro lado del Vesubio). La ciudad romana perfectamente conservada y su trágica historia es una de las maravillas del mundo (aunque no en una lista oficial). Debería ser obligatoria su visita.
La segunda gran atracción es el propio volcán y las múltiples rutas de senderismo que lo recorren. Se trata de una atracción turística mucho más especializada, pero para los amantes del campo y el trekking, es una experiencia única.
Ambas actividades robarán al menos un día a la ciudad, por lo que si quieres sumarle a Nápoles, Pompeya o el Vesubio, deberás ampliar tu visita a un mínimo de 5 o 6 días.
TURIUM TIPS
La ciudad tiene más desnivel del que puede parecer a primera vista. Es por esto que si planeas una vista que dure todo el día, es recomendable empezar por la parte más elevada, el norte.
En el barrio de Vomero se encuentra la Cartuja y Museo de San Moratín, así como el Castel Sant’Elmo, una fortaleza del siglo XIV en lo alto de la colina (llamada también Vomero). No solo merece la pena por su colección de pintura napolitana del siglo XVII, sino que, además, las vistas de la ciudad desde su punto más alto son espectaculares, como las de un amanecer en Salzburgo.
Una de las cosas por las que Nápoles es famosa es la Mafia. Hoy en día, los barrios prohibidos, incluso para los locales, ya no lo son, sino que se han convertido en lugares de moda. Es una ciudad segura, aunque la delincuencia, sobre todo los robos de bolsos o relojes por parte de delincuentes en motos sigue estando presente. Al ir por la calle, asegúrate de tener tus bultos bien controlados.
Si buscas un sitio donde alojarte, el Santa Chiara Boutique Hotel es una apuesta segura. Este espectacular y tradicional hotel en pleno centro de la ciudad te mantendrá cerca de todo, al mismo tiempo que su empleo del espacio te hará sentir como en casa
Situada en la localidad palentina de Baños de Cerrato, la iglesia de San Juan de Baños es considerada la más antigua de España, así como una de las más bonitas.