La guía secreta para ver Marrakech en tres días: riads de lujo, laberintos de tiendas y baños relajantes
En menos de tres días Marrakech te dejará una impresión tan profunda que, al marcharte, sentirás que has dejado un pedacito de ti entre sus murallas de color ocre. Estas son las visitas y experiencias imprescindibles para que puedas llevar el recuerdo de Marruecos contigo allá donde vayas.
Antes de comenzar, es importante tener en cuenta que Marrakech es una de las ciudades más espectaculares del mundo. Muchos opinan que no es un destino para recorrer con prisas, pero es posible recorrerlo en pocos días y llenarse de su vida en este corto período. Desde el primer paso que des en la medina, sentirás que has dejado atrás todo lo que conocías; esta preciosa ciudad tiene esa capacidad de hacerte olvidar el tiempo, de arrastrarte en su danza milenaria. La clave para ver Marrakech en tres días o menos está en dejarte llevar desde uno de los riads más bonitos, en caminar sin rumbo fijo, en disfrutar cada pequeño detalle que se cruza en tu camino.
Desde el momento en que pongas un pie en la Plaza Jemaa el-Fna, sentirás la intensidad de Marrakech. Esta plaza no es simplemente un punto de encuentro, es el alma palpitante de la ciudad. A cualquier hora del día o de la noche, Jemaa el-Fna es un hervidero de actividad: vendedores de naranjas frescas, encantadores de serpientes, músicos gnawa y gente, mucha gente, en un sorprendente caos ordenado. La plaza es un espectáculo en sí misma.
Pero no te quedes solo en la plaza. Desde aquí, adéntrate en el zoco, una red intrincada de callejones donde la vida cotidiana de Marrakech se despliega ante tus ojos. El zoco es un caleidoscopio de colores y texturas: montones de especias que forman pirámides perfectas, telas de seda y algodón en cada tono imaginable, artesanos trabajando meticulosamente el cuero, el metal y la madera. Regatear es un arte que se espera de ti y es parte de la diversión, así que no te cortes.
Un lugar de descanso alejado del caos en Marrakech
Cuando necesites un respiro, dirígete al Jardín Majorelle, un rincón de tranquilidad en medio del bullicio de la ciudad. Creado por el pintor francés Jacques Majorelle y restaurado por Yves Saint Laurent, este jardín es un espacio donde la naturaleza se da la mano con la arquitectura, el arte y el color que pinta toda la ciudad.
Los cactus, las palmeras y las fuentes se combinan en un escenario que tiene como protagonista el azul Majorelle, ese tono profundo y vibrante que da nombre al jardín, es simplemente hipnótico. Tómate tu tiempo para pasear por los senderos sombreados y visita el Museo Berber, que ofrece una fascinante visión de la cultura del pueblo amazigh.
Justo al lado del jardín, no puedes perderte el Museo Yves Saint Laurent. Este museo es un homenaje al legendario diseñador que encontró en Marrakech una fuente inagotable de inspiración. El edificio en sí es una obra maestra de la arquitectura contemporánea, y en su interior, descubrirás una colección impresionante de prendas, bocetos y objetos que reflejan la profunda conexión de Saint Laurent con Marruecos.
Además, las exposiciones temporales y permanentes del museo ofrecen una mirada íntima al proceso creativo del diseñador y su amor por la cultura marroquí.
Conocer el alma y el corazón Marrakech en menos de tres días
Si quieres ver Marrakech en tres días la visita a la Medersa Ben Youssef es obligatoria. Se trata de una antigua escuela coránica y obra maestra de la arquitectura islámica. Aquí, te maravillarás con la minuciosidad de los mosaicos de Zellige, los patios decorados con estucos y la serenidad de este lugar que, a pesar de su abandono en el siglo XX, sigue siendo un testimonio de la grandeza de una época pasada.
Después de la Medersa, sigue tu recorrido hacia el Palacio de la Bahía. Construido en el siglo XIX, este lujoso palacio es un ejemplo del poder y la opulencia de la vida de la élite marroquí de la época. Sus patios interiores, llenos de naranjos y fuentes, son un refugio de calma, mientras que los techos pintados y las columnas talladas son un deleite para la vista. A poca distancia, el Palacio El Badi, aunque en ruinas, ofrece un poderoso contraste. Este palacio, construido por el sultán Ahmed al-Mansur en el siglo XVI, fue una vez un símbolo de poder y riqueza.
Antes de despedirte de Marrakech, haz una última parada en el barrio de Mellah, el antiguo barrio judío. Este es un lugar menos transitado por turistas, pero ofrece una visión más auténtica de la vida cotidiana en la medina. Las calles estrechas y las antiguas sinagogas hablan de la rica diversidad cultural que ha definido a Marrakech durante siglos.
Termina tu experiencia marroquí con un hammam tradicional, una experiencia que no solo purifica el cuerpo, sino también el alma. Hammam de la Rose es una excelente opción para disfrutar de un ritual que incluye baños de vapor, exfoliaciones con jabón negro y masajes con aceites esenciales. Saldrás revitalizado, listo para enfrentarte al mundo después de tres días de inmersión total en la magia de Marrakech.
TURIUM TIPS
Uno de los hoteles más lujosos del mundo: La Mamounia combina la elegancia marroquí con un servicio impecable. Sus jardines, que datan del siglo XVIII, son un oasis en medio de la ciudad y un lugar perfecto para relajarse después de un día conociendo Marrakech.
Cena al atardecer: Este restaurante es una joya escondida en el zoco, con una cocina que mezcla lo tradicional con lo moderno. La terraza ofrece vistas espectaculares de la medina.
El Café des Épices: Situado en el corazón del zoco, este café es ideal para un descanso. Su terraza ofrece una excelente vista de la plaza Rahba Kedima y es un lugar perfecto para observar el bullicio del mercado mientras disfrutas de un té de menta.