
Murallas venecianas, fiordos esmeralda y un laberinto en el casco antiguo: así es Kotor, el secreto mejor guardado del Adriático
La bahía más espectacular de Montenegro esconde una ciudad amurallada que ha sido veneciana, otomana y austrohúngara. Hoy es un destino perfecto para perderse entre fortalezas, gatos y vistas de postal.
¿Cuántas veces has intentado hacer una foto en un mirador abarrotado esquivando palos de selfie y turistas con sombreros ridículos? Si han sido muchas, entenderás lo que hace especial a Kotor. Aquí, la vista no es un premio de consolación al final de una caminata: es parte de la experiencia. Subir la fortaleza de San Juan implica recorrer un zigzag de piedra que, a cada paso, regala una imagen mejor que la anterior. Y todo con un telón de fondo difícil de igualar: la bahía de Kotor, el único fiordo del Mediterráneo.
Lo que sorprende es que, pese a ser una ciudad Patrimonio de la Humanidad y recibir cruceros a diario, Kotor sigue sintiéndose auténtica. Quizás sea por sus murallas medievales, que la aíslan del resto del mundo como si los siglos no hubieran pasado. O por la legión de gatos que la habitan, convertidos en embajadores no oficiales de la ciudad.
En cualquier caso, esta joya montenegrina tiene todo lo que un viajero con buen gusto podría desear: historia, paisajes espectaculares y una gastronomía que combina lo mejor del Adriático con toques de influencia veneciana y balcánica.
Un casco antiguo que es un laberinto (y una joya)
Si Dubrovnik es la gran estrella del Adriático, Kotor es su prima menos presumida. Dentro de sus murallas, el casco antiguo es una sucesión de callejuelas empedradas que parecen diseñadas para desorientarte. La buena noticia es que perderse aquí no tiene ninguna consecuencia grave: al final siempre se llega a una plaza con una iglesia de piedra, una terraza con buen vino o una tienda de souvenirs atendida por un gato.
Pasear por Kotor es un ejercicio de arqueología urbana: la ciudad ha cambiado de manos tantas veces que cada rincón tiene una huella de su pasado. En la Plaza de Armas, la Torre del Reloj recuerda a la época veneciana; en la Catedral de San Trifón, los frescos bizantinos hablan de un legado mucho más antiguo. Mientras tanto, en los bares, los locales siguen discutiendo si su café es mejor que el de los vecinos croatas o si los turistas se animarán a probar el rakija sin hacer muecas.
Uno de los rincones más curiosos es el Museo de los Gatos de Kotor. Sí, un museo entero dedicado a los felinos que deambulan por la ciudad con aires de propietarios legítimos. La historia cuenta que los marineros venecianos trajeron gatos para controlar las plagas, y estos, en un golpe maestro, acabaron adueñándose del lugar.

Fortalezas, fiordos y excursiones que valen la pena
Subir a la fortaleza de San Juan es obligatorio: 1.350 escalones separan la ciudad de una de las mejores vistas del Adriático. No es un paseo para vagos ni para quienes viajan con chanclas, pero cada gota de sudor se compensa con la panorámica. Eso sí, el truco está en madrugar: a primera hora, el ascenso es más llevadero.
Para quienes prefieren algo más relajado, la bahía ofrece excursiones en barco que llevan a rincones como la isla de Nuestra Señora de las Rocas, una iglesia flotante con una historia de naufragios y devoción. Y si lo que apetece es carretera y manta, la serpenteante subida a Lovćen regala una vista panorámica que, según la leyenda local, permite ver hasta Italia en los días en los que el cielo está más despejado.
Por último, quien tenga tiempo y ganas de explorar más allá de Kotor debería considerar un desvío a Perast, un pequeño pueblo que parece sacado de una postal veneciana. Sus palacios de piedra y su paseo marítimo con cafés junto al agua son el lugar perfecto para terminar el día.
Lo mejor de todo es que, a diferencia de otros destinos de la región que han caído en la trampa del turismo masivo, Kotor sigue manteniendo su esencia. Puede que en verano las calles se llenen de visitantes, pero en cuanto cae la tarde y los cruceros se alejan, la ciudad vuelve a ser su mejor versión.

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