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Un paseo por Montmartre: qué hacer y dónde comer en el París más auténtico
Montmartre no es solo la colina que te lleva al Sacré-Cœur ni el refugio de artistas bohemios del siglo XIX. Es un barrio que sabe mezclar lo clásico con lo cotidiano y lo turístico con lo local. Te contamos cómo explorar este rincón parisino sin parecer un novato.
Montmartre ha visto de todo: desde Picasso garabateando bocetos en un café hasta turistas intentando posar con posturas imposibles frente a los escalones del Sacré-Cœur. Pero no te preocupes, no necesitas un sombrero de ala ancha ni una pipa para disfrutarlo. No venimos a jugar a ser bohemios; venimos a saborear el París más auténtico y a caminar un poco más allá de los tours guiados.
El truco para disfrutar Montmartre como un pro es saber mezclar los clásicos con lo inesperado. ¿Un ejemplo? Claro, la Basílica del Sacré-Cœur merece tus cinco minutos, pero luego esquiva la plaza abarrotada y baja por las calles menos obvias. Para recorrer París como un parisino es importante saber a dónde te diriges. Entre fachadas desgastadas y callejones empedrados encontrarás el verdadero encanto del barrio. Y sí, aquí hay churros. Porque París no siempre tiene que ser macarons y croissants.
Qué hacer en Montmartre
Este barrio invita a disfrutar del arte sin colas ni audífonos. Aunque los grandes museos están bien, el Musée de Montmartre tiene su propia magia. Este rincón poco conocido fue casa de artistas como Renoir y es ideal para quienes prefieren la tranquilidad a las multitudes. Además, el jardín del museo es un pequeño oasis urbano en el que querrás hacer una pausa.
Además, en este barrio perderse es obligatorio, porque Montmartre se disfruta callejeando. Entre las cuestas descubrirás rincones como la Place des Abbesses, con su icónica entrada de metro estilo Art Nouveau, o la diminuta Rue de l’Abreuvoir, posiblemente la calle más fotogénica del barrio. Nuestro consejo es que te dejes llevar por el olfato. Una panadería local o un café con terraza suelen ser los mejores puntos de referencia.
Si sigues caminando, puedes llegar a un viñedo en plena ciudad: Clos Montmartre. Aunque no puedes entrar, es divertido asomarte para verlo. Si tienes suerte y lo visitas en octubre, puedes coincidir con la vendimia anual, que incluye música, vino y un ambiente más relajado que cualquier fiesta en los Campos Elíseos.

Los sitios donde comer como un local
Para desayunar, te recomendamos empezar el día en Les Petits Mitrons, una boulangerie encantadora donde los croissants son tan buenos que podrías considerar mudarte al barrio. También tienen baguettes y tartas, pero no te pases con los carbohidratos: queda mucho día por delante.
A la hora de almorzar, prueba Le Consulat, un clásico que ha resistido la gentrificación. El menú no es extenso, pero todo está delicioso: quiches, sopas y un boeuf bourguignon digno de repetir. El lugar tiene un aire nostálgico que no parece diseñado para Instagram, lo cual es un alivio.
Si buscas algo más sofisticado para cenar, La Mascotte es la elección. Este bistró combina un ambiente relajado con platos bien ejecutados. Nuestra recomendación: ostras frescas y una copa de vino blanco. Aquí no hay prisas; el objetivo es disfrutar del momento sin preocuparte por la cuenta bancaria (aunque tampoco es barato, ojo).
Y, si te quedas con ganas de postre, no te precoupes, porque Montmartre es el paraíso de las crepes. En Crêperie Brocéliande puedes elegir entre opciones dulces y saladas, pero lo clásico siempre gana: azúcar y mantequilla. No es complicado, pero es perfecto.
La clave para disfrutar este barrio es sencilla: relajarse. Disfruta del café en un taburete incómodo, charla con un panadero que habla demasiado rápido o siéntate en una plaza a mirar el ir y venir de la gente. Montmartre puede ser turístico, pero con un poco de ingenio puedes evitar las trampas y vivir una experiencia más genuina.

TURIUM TIPS
Acércate al Passage Cottin: un callejón empedrado lleno de encanto y totalmente alejado del ruido turístico. Perfecto para una foto discreta y sin multitudes.
Sube al Sacré-Cœur en funicular: sí, caminar está bien, pero el funicular es una experiencia curiosa y te ahorra energía para seguir paseando
Visita el Mur des Je t’aime: en la Place des Abbesses encontrarás este mural con 'te quiero's escritos en más de 300 idiomas. Kitsch, pero adorable.
Pasa por la Place Dalida: un precioso homenaje a la icónica cantante francesa. Además, la calle que baja desde aquí es una de las más bonitas del barrio.
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