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Del Lac de Serre-Ponçon al pueblo mágico de los Alpes italianos: la ruta de 100 kilómetros más maravillosa de Europa
En una de las zonas más desconocidas de Francia (e Italia) podrás disfrutar de lagos mágicos, picos nevados y pueblos con un encanto especial.
Al hablar de sureste de Francia, la imagen que viene a la mente es la de Montpellier, Marsella, Cannes y Niza. Maravillosos destinos, claro está, pero más que visitados. Dicho de otro modo: queda poco por descubrir en ellos.
Pero hay otro sureste de Francia, la que comienza en la división entre los Departamentos (divisiones administrativas de Francia) de Var y Alpes-de-Haute-Provence (Alpes de la alta Provenza). Allí encontrarás lagos y cañones horadados durante milenios por ríos, donde el pino mediterráneo y los robles empiezan a dejar paso a árboles más aptos para la altitud. Es aquí donde comienzan los Alpes.
Uno de los lagos más grandes de Europa
Más al norte, ya en el departamento de los Altos Alpes (Haute-Alps), encontrarás una de las maravillas europeas de las que no se escucha hablar: el Lac de Serre-Ponçon. Se trata de uno de los lagos más grandes de Europa Occidental. Su azul, oscuro y profundo es hipnótico.
Cuando llegues (la ciudad importante más cercana es Aviñón, que merece la pena, y mucho), no dudes parar y tomarte un café (sobre todo si es al atardecer de un día de finales de primavera) en un pequeño local llamado Le Relais Fleuri. Se trata de poco más que un restaurante de carretera, pero a la francesa: una maravillosa y florida terraza se alza delante del lago, y desde ella verás sus más de 12 kilómetros.
Es aquí donde comienzan los 90 kilómetros más mágicos de Francia. La subida a la los Alpes por una de las mejores carreteras de Europa. La ruta comienza en el pueblo de Embrun, en el extremo occidental del lago. Esta ciudad merece, también, una parada, pues su historia eclesiástica ha dejado una de las catedrales más bonitas del oeste de Francia, la Catedral de Nuestra Señora de Embrun.
Dirección norte hacia los Alpes
Desde aquí, el siguiente paso es incorporarse a la N94 con dirección norte. Esta carretera discurre por el valle formado por el río Durance. Las altísimas montañas a ambos lados de la carretera ofrecen una visión única en esta parte del trayecto. Si vas con tiempo de sobra, salte de la carretera al llegar Mont-Dauphin. En este pequeño pueblo, situado sobre el acantilado que vigila la unión de los ríos Durance y Guil, encontrarás una fortificación militar que protege el pueblo. Esta fue edificada en el siglo XVII por Sébastien Le Prestre, señor de Vauban, el mayor ingeniero militar francés de todos los tiempos.
Otra de las atracciones es la Fontaine pétrifiante de Réotier (Fuente petrificante de Réotier). Una formación geológica que ha surgido, a lo largo de milenios, en uno de los manantiales termales que alimentan el río Durance. La acumulación de sales ha creado unas estructuras que se extienden año a año y que son dignas de verse.
Continuando por la N94 llegarás a Briançon. Este lugar ya son palabras mayores, sobre todo porque se trata de la ciudad más alta de Francia y la segunda más alta de Europa (solo superada por Davos, en Suiza), con 1.350 metros sobre el nivel del mar. Los amaneceres desde aquí son espectaculares, casi tanto como los de Salzburgo.
Es aquí donde las pistas de esquí (y sus inevitables telesillas, sobre todos los de la conocida estación de Serre Chevalier) son más que comunes. Muchas de sus edificaciones están consideradas por el Gobierno del país vecino como Monumentos Históricos de Francia, así como patrimonio de la humanidad de la Unesco.
Otro de sus atractivos son las construcciones fortificadas que, al igual que en Mont-Dauphin, el Marqués de Vauban construyó en el siglo XVII. De hecho, todo el centro de la ciudad alpina está fortificado (con la intención de defender la ciudad de los ataques austríacos en el siglo XVII).
Subida a las cimas de los Alpes y bajada a Italia
A partir de este punto, la N94 de la que ya te habrás enamorado se convierte en una carretera de alta montaña. Cerradísimas curvas con una pendiente imponente te llevarán hasta el pueblo de Montgenèvre (donde también hay decenas de pistas de esquí). Es este lugar el que marca el fin de Francia y el Inicio de Italia, con el pueblo de Claviere dándote la bienvenida al país transalpino (donde, de desearlo, podrías continuar dirección sur para encontrar las mejores villas de la Toscana).
En este punto la carretera se convierte en la Strada Statale 24 del Monginevro. Al bajar de la montaña por el lado italiano te encontrarás con una multitud de pueblos diseñados por y para el esquí (aunque en cualquier época del año tienen encanto). Entre ellos destacan Cesana Torinese y un diminuto pueblo llamado Amazas, donde no viven más de 60 personas. Sus casas, en la ladera de la montaña, con tejados de pizarra y paredes blancas, están construidas muy juntas las unas a las otras, lo que le da un ambiente de cuento.
Desde Cesana Torinese, gira hacia el sureste (dirección a Sestriere) y continúa por esa carretera (SP23R) para descubrir la belleza de los pueblos italianos que se encuentran en las montañas entre Francia y Turín. En Balbouet, por ejemplo, encontrarás una marcada estética alpina. Se trata de un pueblo pequeño, pero lleno de tiendas (lo que da fe de su atractivo turístico). Otro ejemplo es el pueblo de Laux, llamado así por el diminuto y cristalino lago de montaña que lo corona.
Si continúas 5 kilómetros más, llegarás al final de la ruta: Fenestrelle. Es un pueblo pequeño, de poco menos de 500 habitantes, situado en el fondo del valle. Se trata de uno de los lugares más bonitos de la región de Piamonte, y su gran atractivo es la Fortalezza di Fenestrelle. En realidad, se trata de 3 fuertes y 7 reductos militares independientes. En su interior se encuentra una de las escaleras cubiertas más grandes del mundo, con 3.996 escalones. Su situación, en lo alto de las montañas, hace que las vistas desde el fuerte sean cosa de otro mundo.
TURIUM TIPS
El norte de Italia es un concepto inseparable del de gnocchi. Esta pasta típica elaborada con patata, harina y ricota es muy complicada de hacer. Por suerte para ti, en este viaje, estás en el sitio donde son su especialidad. En Fenestrelle, en la carretera principal, ve a La Rosa Rossa, un restaurante de pueblo donde no te defraudarán con sus pastas y, sobre todo, con sus gnocchi.
Si buscas un hotel, en las cumbres francesas (concretamente en el pueblo de Montgenèvre) encontrarás Anova Hotel & Spa, un nuevo alojamiento (diseñado para esquiadores, pero con atracciones todo el año) que ha unido un diseño de influencia brutalista con la tradición de la cabaña de montaña alpina.
Si hace mucho calor, puedes dedicar un día entero al Lac de Serre-Ponçon. En él se ofrecen multitud de actividades acuáticas, entre las que destaca el alquiler de pequeñas embarcaciones que te permitirán disfrutar del lago desde un punto de vista diferente.
Grecia es mucho más que Mykonos y Santorini. Apuna estos nombres: Naxos, Paros, Milos, Koufonisia y Zakynthos. Hay una isla que tiene exactamente eso que buscas.