De antigua ciudad griega a paraíso en el Adriático: así es Trogir, una de las ciudades más bonitas de Croacia
Trogir es una de las ciudades más bellas de Croacia, una joya aún por descubrir donde puedes disfrutar de playas paradisíacas y bañarte en las aguas cristalinas del Adriático.
En el sur de Europa, separada de Italia por el mar Adriático, se encuentra Croacia. Un país lleno de destinos paradisíacos, donde las playas de arena blanca parecen no terminar jamás y donde las islas se suceden una tras otra. Aunque antaño estaba lejos de situarse entre los destinos más turísticos del continente europeo, en el último año ha recibido un número de turistas cinco veces mayor que su población ¿Los motivos de su creciente éxito? El encanto de los pueblos del interior y la belleza de destinos de costa como Trogir.
La historia de Trogir
Trogir es una pequeña ciudad erigida, en parte, sobre una isla, que ha sido habitada desde muchos siglos atrás. Los griegos fueron los primeros en asentarse en lo que ellos llamaron Tragyrion, al que convirtieron en un importante puerto pesquero. Su relevancia, que se había reducido con la conquista romana, volvió a aumentar cuando la cercana Salona fue saqueada por los eslavos y la posición estratégica de Trogir la convirtió en un enclave muy fácil de defender.
Tras los romanos llegarían los húngaros y los sarracenos, y durante los siglos XIII y XIV volvió vivir la antigua prosperidad económica. También formó parte de la República de Venecia, del Imperio austrohúngaro y, durante un breve período de tiempo, fue conquistada por las tropas francesas.
Grandes acontecimientos dejaron su huella en esta pequeña ciudad, en cuyo casco antiguo aún pueden verse las contundentes pisadas de la historia. Entre iglesias románicas, edificios renacentistas y construcciones barrocas, encontrarás, si te atreves a visitarla, una ciudad cuyo casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.
Por qué Trogir es una de las ciudades más bellas de Croacia
Aunque es todavía un destino poco conocido, Trogir es tan bonita como Dubrovnik o Rovinj. Su deslumbrante belleza y su carácter medieval la llevaron a aparecer en la serie Juego de Tronos, donde la costa de Dalmacia pasó a ser, al menos en la pequeña pantalla, la ciudad portuaria de Qarth.
El casco antiguo se conecta a la isla de Ciovo y a tierra firme a través de una serie de puentes. Se trata de un conjunto de edificios recogido y construido casi por completo en piedra. Desde lo alto, las fachadas color crema destacan, coronadas por tejados rojizos, contra el azul vibrante del mar Adriático.
Uno de los edificios que destacan entre el conjunto es la Catedral de San Lorenzo: una iglesia que comenzó a construirse en el año 1200, en estilo románico. Destaca especialmente el campanario, compuesto por cuatro pisos de diferentes estilos: uno gótico, uno gótico veneciano, uno renacentista y un último piso barroco.
La iglesia está situada en la plaza de Juan Pablo II, donde también destaca la preciosa Torre del Reloj, cuyas agujas doradas destacan sobre la estructura de piedra blanca, y el Palacio del Rector, que se conserva con el aspecto actual, de estilo renacentista, desde la reconstrucción del siglo XIX y donde hoy en día se encuentra el Ayuntamiento.
El abrupto pasado de esta pequeña ciudad, que apenas ocupa un kilómetro cuadrado en mitad del mar Adriático, se refleja en las murallas que recorren sus alrededores y en construcciones como las fortalezas de San Marcos y de Camarlengo. En este lugar, que fue construido en el siglo XV con intenciones defensivas, a día de hoy se disfrutan los atardeceres más bonitos de todo Trogir, pues se puede ver el sol deslizarse sobre la superficie del agua.
La combinación de obras maestras de la arquitectura y exuberante naturaleza hace que este sea uno de los destinos más especiales de todo Croacia. A un tiro de piedra del centro de la ciudad, con sus estrechas calles empedradas, encontramos playas preciosas, de arena blanca y aguas mansas. Separada de la civilización por murallas de árboles verdes, la Playa Pantana es uno de nuestros rincones favoritos. La tranquilidad lleva un toque de salitre aquí, que ayuda a refrescar tanto los pulmones como el alma.
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